Descripción
Nuestras emociones influyen (al parecer, mucho más de lo que creemos) en nuestras decisiones. En las de todos. También en las de los jueces. ¿Esto es bueno o malo? Tradicionalmente se ha dicho que el juez debe dejar de lado sus emociones si ha de ser imparcial y racional. Por el contrario, reivindicando la importancia de las virtudes judiciales, se afirma también que las emociones adecuadas pueden llegar a tener un papel fundamental no solo en encontrar las decisiones correctas, sino también en su justificación, esto es, que tener las emociones adecuadas es parte de la justificación de las decisiones jurídicas. Por tanto, la educación emocional sería una parte importante de la educación de los jueces. ¿Cuál es realmente el papel de las emociones en la explicación y la justificación de las decisiones judiciales? ¿Cómo podemos controlar las emociones negativas y educar las adecuadas? ¿Son mejores los jueces fríos o los emotivos? Este libro trata, contando con la neurociencia, la psicología, la filosofía y la ética, de buscar respuestas a estas preguntas, sin caer en la moda sentimentalista que solo parece ver el lado positivo de las emociones.