Descripción
Frente al paradigma de que la justicia contractual constituye un bien público el autor sostiene que se ha generado durante los últimos años un proceso de reivindicación en el cual el arbitraje retorna y viene a reclamar un terreno que le pertenece: la resolución de las controversias comerciales.
Las personas han notado las ineficiencias del Poder Judicial y se han dado cuenta de que el arbitraje es una mejor elección. Como muestra de ello en los contratos comerciales relevantes lo usual es pactar un arbitraje. Hoy en día es difícil hallar un contrato importante que no incorpore una cláusula arbitral.
En esa línea resulta curioso que muchas veces se considere al arbitraje como un mecanismo alternativo de resolución de conflictos. Y es que se trata de cualquier cosa menos de un mecanismo alternativo. Para el autor el arbitraje se ha convertido en el mecanismo natural de resolución de controversias comerciales. Fácticamente es la regla y como tal no puede ser una alternativa.
En el marco de este de proceso de reivindicación espontánea el autor propone consagrar al arbitraje como la “default jurisdiction” (o jurisdicción por defecto) para todas las controversias de carácter patrimonial. En un mundo como el que vivimos el arbitraje ha llegado y ha llegado para quedarse.