Descripción
Los historiadores profesionales, especialmente aquellos que hacen parte de la llamada “historiografía oficial” insisten en caracterizar a la modernidad, y a su hijo predilecto el liberalismo, como una ruptura radical con el pasado que representa el antiguo régimen. Esta ruptura, como es bueno recordar, está basada en el triunfo absoluto de la razón y en la hegemonía del hombre sobre todos los demás seres de la naturaleza que se transforman en mercancías y en cosas apropiables a través de la propiedad privada. En el ámbito del derecho y de la historia del derecho, el momento simbólico de esa ruptura esencial y, por tanto, el comienzo de la nueva era se produce con el advenimiento, en las postrimerías del siglo XVIII, de las declaraciones de derechos, momento en el cual los derechos naturales se transforman en los derechos humanos. Esa historia, como es bien conocido, ha sido el discurso hegemónico en países como el Ecuador y en ella nos hemos formado y deformado todos quienes hemos estudiado en cualquier universidad francesa española o latinoamericana.